Disco: "The Crying Light"
Artista: Antony and the Johnsons
Año: 2009
Label: Secretly Canadian
Género: Pop / Jazz


La pretensión exacerbada por convertir este disco intimista en un hitazo de la "industria" no se encuentra. Y eso es lo que se agradece. Consigue sumergir en esas esferas extraviadas por culpa de la velocidad de la vida actual. [...]
Si alguna vez escuchó y se dejo llevar al ritmo de Blind de Hercules And Love Affair en la pista de baile y creyó que su frontman tenía una poderosísima voz: ¡ERROR! Se trataba de la impecable colaboración de Antony Hegarty. "The Crying Light", el tercer disco de este peculiar hombre (sólo vea su estampa) con su grupo, juntos llamados Antony and the Johnsons, es un verdadero deleite vocal. Lejos sobrepasa a uno de sus máximos referentes, Boy George.
Antony es capaz de sumergir en casi todas las esferas (menos las destructiva, esperemos). Sabe cómo hacerlo. Tiene el poder de hacernos flotar, soñar y llorar. Es precisamente lo que escasea en la degradada industria musical, que por estos días se conforma con mucho rostro, pose y estilo, pero poco corazón.
La pretensión exacerbada por convertir este disco intimista en un hitazo de la "industria" no se encuentra. Y eso es lo que se agradece. Consigue sumergir en esas esferas extraviadas por culpa de la velocidad de la vida actual. Puedes tumbarte en la cama y sin siquiera cerrar los ojos estas delicadas armonías ya te inundan y te sobrecogen.
"The Crying Light" se asemeja a una suma de paisajes a veces resplandecientes, otras veces sombríos y en otras ocasiones inmersos en la nostalgia, pero que en ninguna instancia derrumbaran de dolor.
La emotividad está presente de principio a fin y ni siquiera se logra asimilar que este disco tiene su concepción en una década plagada de sintetizadores, simuladores de voces o, simplemente, de la supremacía de la inteligencia artificial.
Además, el arte del disco no defrauda. La imagen de Kazuo Ohno (exponente de la danza butoh) en acción, en 1977, acapara la portada. Delicado detalle que siempre se agradece.
"One dove / I'm the one you've been waiting for / From your skin I am born again / I wasn't born yesterday" son las letras que alcanzan a escapar de la cursilería por la potente interpretación de su frontman y por la impecable musicalización. Como una nueva sinfonía contemporánea.
Cuerdas, percusión y piano son los acompañantes precisos para esta aventura plagada de intensidad, de intimidad, y de momentos oscuros, aunque también se logra encontrar la luz al finalizar del túnel (Epilepsy Is Dancing y Kiss My Name se tornan más motivadoras en términos anímicos). Póngale oído a la canción que cierra el disco, Everglade, que parece extraída desde un bendito sueño añadiendo su cuota de melancolía.
Por esa razón, debe ser que se disputan a su líder que ya ha colaborado con Lou Reed (el master de The Velvet Underground), Laurie Anderson, Björk y CocoRosie - sólo por nombrar algunos.
Voces como las de Hegarty escasean en este universo musical y aunque no lo crea, no se trata de un blackmale. Lo único que se acerca a esto es la influencia del jazz y del soul. Este verdadero frontman puede lograr paralizar y encandilar tal como lo hizo la grandiosa Nina Simone. Y de la escena actual no sería mala idea posicionarlo junto a la intrigante Cat Power. Especial para oídos más exigentes y debería, sí, debería acompañar alguna sobrecogedora escena del séptimo arte.
Escucha: Everglade, de Antony and the Johnsons
No hay comentarios.:
Publicar un comentario